La memoria como campo de disputa: archivos, afectos y nuevas temporalidades
- Verónica Engler
- 12 ago
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Entrevista al especialista en los procesos de memoria, verdad y justicia en Argentina y el Cono Sur, Lucas Saporosi.
En esta entrevista, reflexiona sobre los desafíos actuales del campo, las disputas en torno al sentido del pasado, las nuevas formas de visibilización y los modos en que las memorias se resguardan en el presente.
¿Cómo se transforman las memorias cuando circulan en redes sociales? ¿Qué formas adquiere el archivo en el mundo digital? ¿Qué voces, territorios y dolores permanecen fuera del campo tradicional de estudios sobre la memoria?
Estas son algunas de las preguntas que recorren el seminario “Nuevas perspectivas teóricas en el campo de estudios de la memoria. Un recorrido crítico”, que dictará a partir de septiembre Lucas Saporosi en el marco del Doctorado en Ciencias Humanas de la UNSAM.
La propuesta invita a revisar críticamente categorías consolidadas y a incorporar debates contemporáneos que abren el campo hacia nuevos objetos, sujetos y enfoques: desde el cruce entre archivo y afectos impulsado por el feminismo, hasta la irrupción de las memorias digitales, pasando por los aportes de las comunidades indígenas y el giro hacia memorias de larga duración que permiten pensar fenómenos como el colonialismo o la degradación ambiental.
Saporosi es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y autor del libro Sobre la responsabilidad. Memorias, balances y autocríticas sobre el accionar de la militancia revolucionaria de los años sesenta y setenta en Argentina. Integra el proyecto Cartografías íntimas en comunidad en el LICH-EH y se ha especializado en el estudio de los procesos de memoria, verdad y justicia en Argentina y el Cono Sur.
¿Cuáles son los abordajes teóricos y epistemológicos recientes en el campo de estudios de la memoria que resultan interesantes para abordar en el contexto latinoamericano?
A mí me interesa sobre todo proponer una lectura reflexiva, situada, tanto en el contexto latinoamericano como en diálogo y en tensión con lo que se produce en el Norte Global. Por ejemplo, el concepto de “memoria multidireccional”, de Michael Rothberg, me parece muy potente porque nos permite salir de esa idea de que las memorias compiten entre sí.
Más bien, Michael Rothberg las piensa como algo que dialoga, como que se tensan, se cruzan, y eso para nuestra región, que tiene tantas capas de memoria, es algo clave. Otro punto que me interesa mucho es cómo lo digital se vuelve un nuevo campo para la memoria social un nuevo planteo para la memoria social, ahí los aportes de Andrew Hoskins y de Silvana Mandolesi son fundamentales para nosotros, nos obliga preguntarnos cómo se conserva y cómo se resignifica una memoria que circula en redes, en hashtags, en formatos efímeros, con memes, con reels, con videos cortos. Nos preguntamos qué se pierde y qué se gana en ese tránsito.
También me interesan mucho los planteos sobre las temporalidades más largas. Por ejemplo, las ideas de memorias largas y cortas que ha hecho Ludmila Da Silva Catela, tomando los trabajos de Silvia Rivera Cusicanqui, o también el concepto contemporáneo de “slow memory” de Jenny Wüstenberg. Todos estos conceptos nos ayudan a pensar en memorias que no están asociadas a un evento puntual o traumático reciente, sino que remiten a procesos más lentos, más largos, más extensos, como la colonización, la degradación ambiental, los cambios geológicos. Ahí también entra la pregunta por otras formas de recordar. Por ejemplo, las de muchas comunidades indígenas que conciben el tiempo, el territorio y la historia de formas muy distintas a las que suele trabajar el campo académico tradicional de la memoria. Me interesa recuperar, investigar, explorar esas otras matrices de pensamientos que rompen con la linealidad del tiempo occidental y con lo estrictamente institucional.
¿De qué manera aparecen y circulan las memorias en la esfera pública?
Hoy en día las memorias circulan en distintos soportes, desde las expresiones artísticas y productos culturales, hasta las redes sociales, pasando por archivos del campo de la justicia y la educación. En el seminario del doctorado me gustaría trabajar también sobre las marcas naturales que aparecen en los territorios, en el ambiente, en los paisajes que se transforman. Por supuesto que en América Latina la calle sigue siendo un lugar clave. Al mismo tiempo lo digital generó nuevas formas de visibilización y también nuevos desafíos para el campo. Se multiplican los formatos, los lenguajes, los archivos, los modos de resguardar la memoria.
Hoy en día el campo de la memoria está en disputa. En América Latina las memorias vinculadas al terrorismo de Estado, a la violencia de género y a las violencias ligadas al cambio climático o al colapso ecológico son parte de los discursos de las ultra derechas que también disputan el sentido del pasado. Ahí me parece muy útil pensar y traer el concepto de “sujetos implicados” que plantea Rothberg. No se trata solo de pensar quiénes se benefician con las estructuras de poder existentes, sino también de quiénes se sienten interpelados ética y políticamente por esas memorias y eso amplía mucho el mapa de quién puede ser un sujeto de memoria.
¿Cómo se materializan y resguardan las memorias en el mundo contemporáneo?
Las memorias se siguen materializando en archivos, en sitios de memoria, lugares de memoria, en documentos, en distintos tipos de objetos. Pero también lo hacen en intervenciones efímeras, en performances, en redes digitales y en los territorios, en los espacios naturales. También las marcas en la naturaleza son una forma de la memoria. Lo interesante es que hoy el archivo ya no se piensa como algo estático o institucional, sino también como un espacio afectivo, de lo íntimo, donde se activan historias, silencios y emociones. Hay una dimensión muy fuerte de los afectos que cambia la forma de entender qué es un archivo y qué tipo de memorias son conservadas. Y de nuevo, lo digital allí suma una capa más. ¿Cómo archivamos algo que se hizo viral por una semana? ¿Qué huella deja?
¿Qué aporta la perspectiva feminista a la hora de analizar los cruces posibles entre archivo y afectos?
El feminismo es clave para este cruce, pero también es clave para pensar el campo de la memoria en general, tanto en América Latina como en el norte global. Primero porque cuestiona qué memorias se guardan y cuáles son excluidas. Interroga a los sujetos que rememoran y en muchos casos recupera la historia de mujeres en una comunidad, en una agrupación, en una familia. El feminismo precisamente revisa las experiencias del pasado con otros ojos, propone una escucha diferente. Autoras como Ann Cvetkovich, Sara Ahmed o Nelly Richard proponen justamente mirar el archivo como algo atravesado por emociones, por dolores, por deseos, por los afectos. No es solo un espacio de documentos, sino también un lugar donde se activan experiencias más profundas. Además, el feminismo rompe con esa frontera entre lo público y lo privado y eso abre nuevas formas de mirar y narrar las experiencias del pasado.
¿Cómo se puede abordar el problema de la temporalidad de la memoria en relación a procesos de más larga duración como la colonización y la transformación y degradación ambiental?
Creo que uno de los grandes aportes de los enfoques más recientes es justamente salir de la centralidad que tienen los eventos o acontecimientos recientes y puntuales en la historia, para abrir la mirada a procesos más largos. En América Latina eso es fundamental, el colonialismo, el racismo estructural, el extractivismo, son todos procesos que siguen operando hoy, aunque no están marcados por una fecha o un acontecimiento específico. Las ideas de memoria larga, “slow memory” o incluso el concepto de “environmental grief” o duelo ambiental, nos permiten pensar memorias más lentas, más estructurales, más difíciles de visibilizar, pero que están muy presentes. Y ahí entra también lo que decíamos antes sobre las memorias indígenas, las memorias de las comunidades indígenas, que trabajan con otros modos de entender el tiempo, la historia, con otros modos de comprender el territorio.
Este asunto en el seminario será central. Pensar estas memorias no es solo un ejercicio intelectual, es una forma de hacerle frente también a las desigualdades que siguen muy vivas en el presente. En ese sentido, la memoria funciona como una práctica crítica sobre el nuestro presente.
Seminario “Nuevas perspectivas teóricas en el campo de estudios de la memoria. Un recorrido crítico”
Inicio: 4 de septiembre 2025Docente: Dr. Lucas SaporosiDías y horarios de cursada: jueves de 17 a 21Encuentros: 4, 11, 18 y 25 de septiembre; 2, 9, 16 y 23 de octubreModalidad: virtual sincrónicaPrograma completo
Para anotarte o realizar consultas, podés escribir a doctorcshumanas@unsam.edu.ar
Nota publicada por la UNSAM el 11.08/2025
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