SOBERANÍA DE LA CABEZA Y HUMANISMO BELIGERANTE
- radiosetaradio
- 12 ago
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Apuntes para descubrir el sentido del federalismo

La Argentina se ha convertido en una semicolonia gobernada por una variante local del neofascismo del tercer milenio. Más allá del triunfo electoral y el mantenimiento de la confianza en gran parte del electorado que lo llevó a la presidencia de la Nación, Javier Milei, está perfilando una administración basada en la transferencia de los ingresos de los sectores trabajadores, jubilados, comerciales, industriales y pequeños productores a los que están concentrados económicamente y especialmente a los manejados desde el extranjero.
Los ataques a las minorías sexuales y también contra los organismos de derechos humanos y la desarticulación de la educación sexual integral, la reducción de los presupuestos culturales y la dramática eliminación de la coparticipación indirecta a las provincias, generan la necesidad de articular frentes sociales, políticos y culturales que no solamente busquen la resistencia democrática si no también la articulación de una herramienta política de mayorías que intenten crear un gobierno de carácter humano y capaz de recuperar las riquezas a favor del pueblo argentino para democratizar la felicidad.
Hay ríos profundos de la historia argentina que siempre fluyen desde los movimientos políticos que fueron mayoritarios en el siglo veinte y que tienen intersección con experiencias de izquierda, ambientales, de pensamiento crítico y respetuosos de la diversidad sexual. Casi la columna vertebral de la historia política de los derechos y garantías que siempre caracterizaron a la Argentina contemporánea.
Hay que parir un movimiento que, en primer lugar, busque la soberanía de la cabeza, recuperando las palabras propias para lograr un humanismo beligerante basado en derechos, garantías y la indispensable tarea de socializar el futuro. No puede ser que haya miles de personas que sientan y experimenten no tener futuro. Eso genera resentimiento individual y soluciones políticas autoritarias.
La decisión del gobierno de Milei de dejar de lado la integración latinoamericana renunciando al Mercosur y alentando una zona de libre comercio con Estados Unidos va de la mano con el rol de ser aliado de OTAN y por lo tanto compartir decisiones con Gran Bretaña y exponer las riquezas de los bienes comunes a una explotación que repite y multiplica la matriz de la Forestal por diez a través del Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones.
Como todo fascismo, aunque sea del tercer milenio, el gobierno de Milei necesita elegir grupos a los cuales perseguir y miedo para impulsar. La excusa del denominado combate contra el narcotráfico, tal como lo viene planteando la DEA y Estados Unidos desde los años ochenta a través de la Doctrina de Seguridad Continental, sirve para modificar la ley de seguridad interior y defensa de la democracia y convertir a las fuerzas armadas en policías nacionales tal como sucedió en Colombia, México, Brasil, Ecuador y otros lugares de América latina con el resultado de más represión contra sectores populares y medios y más narcotráfico y violencia.
Necesitamos buscar palabras propias, pensamiento crítico, humanismo beligerante y democratizar la felicidad.
Es nuestra apasionada definición existencial.
La mentira del país federal.
Dios y asociados atienden en Buenos Aires.
Sarmiento al escribir el Facundo y definir que la civilización venía de afuera condenó a los pueblos que pusieron el cuerpo y la sangre para forjar la independencia.
Sarmiento sabía que bárbaro significa extranjero y por eso eligió esa palabra para denostar a quienes ocupaban las tierras de las riquezas incalculables.
Llegó a decir y escribir que lo único humano de los gauchos era la sangre y que no eran necesarios los hospitales para la gente pobre.
También sostuvo que había que vender todo aquello que no fuera Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.
Por eso se acuñó la frase “el interior” ya que la soberbia Buenos Aires era y es “el exterior”.
Sin embargo la historia del pueblo argentino demuestra que desde la independencia hasta el presente, los mejores momentos de las mayorías se gestaron en esas provincias despreciadas.
Pero es necesario destruir la autoestima para dominar mejor.
Solamente se defiende lo que se ama y para eso hay que conocer. Conocer para amar, amar para defender.
Cuanto menos se conozca la historia de adentro más fácil será la entrega a los intereses de afuera.
Es necesario difundir historias de saqueos culturales y espirituales.
Conocer para amar, amar para defender.
Las palabras exiliadas
El 30 de agosto de 1980, el terrorismo de estado quemó un millón de libros impresos por el Centro Editor de América Latina en un baldío de Sarandí. Lo hizo el nazismo, lo hizo la dictadura argentina.
Hacia 1975, la UNESCO sostuvo que el promedio de palabras que usaba la gente en el país era de 8 mil vocablos. Treinta años después, saqueos varios mediante, ese número se redujo a 800. Diez veces menos de palabras para decir lo que se quiere y argumentar lo que no se quiere. Son las palabras propias las que definen los sentimientos, los proyectos, los sueños y las posiciones propias. Cuando no hay palabras propias, se repiten las que imponen las minorías. A menos palabras, menos libertad.
Quizás por eso uno de los significados de la palabra adicto sea sin palabras. Esa primera adicción lleva a otras que son formas que adquieren negocios mafiosos del capitalismo tan presente en la vida cotidiana de miles y miles de chicas y chicos argentinos: narcotráfico y contrabando de armas.
La recuperación de las palabras es una necesidad revolucionaria. Un trabajo cotidiano que debe ser encarnado desde los territorios del periodismo, la educación y la política. El macrismo impulsó una ley que impone el corte de los subsidios a las bibliotecas populares, una aberrante demostración de aquellas políticas basadas en la quema de libros y concentración de las riquezas y también del conocimiento en pocas manos para permitir, entonces, la eterna multiplicación de la pobreza material, cultural y espiritual.
Desde hace años el Barómetro de la Deuda Social Argentina viene publicando informes que denuncian la falta de libros en miles de hogares argentinos. Recuperar las palabras propias es imprescindible para construir un pensamiento propio, emancipatorio, liberador. Y luego vendrá la tarea de reconocer la permanente violación a ciertas palabras, como alguna vez escribiera Julio Cortázar.
El mito de la vagancia santiagueña
En Santiago del Estero se inició la vida política de la Argentina.
Allí estaba la mayoría de la población de lo que luego sería el último virreynato creado por los españoles, el del Río de la Plata, en 1776.
En aquellos años, el 52 por ciento de los habitantes de estos arrabales del mundo estaba allí, en el noroeste. Desde esos parajes santiagueños, tucumanos, jujeños y salteños, salían carretas, aguardiente, vino, productos textiles, maderas y hasta los primeros doctores de la tierra americana. Era el centro político, económico, social y demográfico de la futura Argentina.
Pero a partir de 1811, como consecuencia del abandono del proyecto original de la revolución de Mayo, los tenderos y dueños de saladeros de Buenos Aires entablan relaciones carnales con la potencia hegemónica de entonces, Gran Bretaña y deciden que el territorio para librar la guerra por la independencia no sea el puerto ni el Litoral, sino el noroeste.
Una vez más la clave histórica del país: el poder del estado minoritario decide aplicar sus decisiones en las geografías físicas y humanas más desarrolladas para imponerle otro destino.
Hacia 1857, Buenos Aires, Paraná y Santa Fe ya tenían el 44,3 por ciento de la población y el noroeste, el 43,9 por ciento.
A finales del siglo XIX, en 1895, ya estaba todo definido.
Ganadores, perdedores y ciclos económicos regionales concentrados y con estados feudales por encima de la democracia federal.
En el noroeste quedaba menos del 27 por ciento de la población; mientras que en Buenos Aires y el Litoral, vivía la mayoría, el 63,5 por ciento de los habitantes.
En menos de un siglo, la geografía del país interior fue demolida por la decisión de aquellos que constituyeron un estado que miraba hacia fuera y respondía a los intereses de los pocos.
De la riqueza original del noroeste argentino, a la pobreza extrema del presente.De la alta densidad poblacional, a la soledad impuesta. De los proyectos económicos políticos libertarios a la configuración de un país para los privilegios.
De la riqueza natural al desastre ecológico, como consecuencia de un proyecto impuesto desde los estados nacional y provincial. Un verdadero crimen que, sin embargo, quedó impune por la construcción de mitos que ocultaron la identidad de los asesinos y exhibieron a las víctimas como victimarios.
El mito de la vagancia de los santiagueños.
Ellos, los santiagueños, culpables de una historia política que no se cuenta ni se masifica.
“La explotación de los bosques comenzó a atraer decididamente a los capitalistas. La vinculación con el ferrocarril fue evidente. La ecuación ferrocarril, explotación forestal y latifundio comenzó a modularse. En el año 1895, se exportaron 402 toneladas, la mayor cantidad a Alemania; en 1915, superaban las cien mil toneladas”, contó el periodista e historiador, Raúl Dargoltz, en su imprescindible “Hacha y Quebracho”.
Santiago del Estero “contaba a comienzos de la explotación forestal con una extensión de 10.792.200 hectáreas de bosques. En la actualidad solamente quedan 600 mil hectáreas. Más de nueve millones de hectáreas fueron irracionalmente explotadas. Ciento cincuenta millones de quebrachos destruidos, ciento setenta millones de toneladas de madera, según la Dirección Provincial de Bosques”.
Y aquí viene la imagen de la demencial explotación de los recursos naturales santiagueños desde los estados nacional y provincial y que determinó el primer proceso de exclusión social al destruir el ecosistema de la región: “Con respecto a los postes de quebrachos colorados que fueron utilizados para alambrar las grandes estancias de la pampa húmeda, diremos que si bien la medición fue mucho más difícil por la variedad de los medios de transporte que se utilizaron, se ha documentado durante el período 1900 - 1966, en los registros ferroviarios únicamente, más de 64,5 millones de piezas, que puestas en alambrados imaginarios, a razón de ocho metros entre cada poste, tendría una longitud de una vez y media la distancia Tierra - Luna, según el Ministerio de Economía de la provincia, en 1971”, remarcó el escritor.
Semejante saqueo de la riqueza natural terminó con la diversificación de actividades.
A la explotación del quebracho siguió el irracional ciclo del azúcar.
Ya no se necesitaban tanta mano de obra.
Vino entonces, a fines del siglo XIX y a principios del veinte, la gran desocupación de los santiagueños.
La historia oficial, contada a través de los grandes diarios, no habló del proyecto económico impuesto, sino que describía la falta de actividad entre los lugareños.
Las víctimas, entonces, fueron apuntadas como responsables de su propia desgracia, la falta de trabajo.
Comenzó a hablarse de la vagancia de los santiagueños.
Un encubrimiento cultural a los responsables de semejante crimen ecológico.
Tantos quebrachos como los necesarios para hacer un camino de ida y vuelta a la Luna.
Una tierra que era llamada el vergel de la civilización por los españoles, se convirtió, entonces, en un lugar agrietado.
El estado nacional y el provincial se aliaron a los saqueadores y sus instituciones fallaron a favor de los intereses de los más fuertes.
Los culpables, una vez más, eran los ninguneados.
Los vagos.
Otro dato para la lógica de la historia profunda argentina: desarrollo humano independiente, terrorismo de estado, geografía del poder, geografía del hambre, encubrimiento cultural, estado cómplice de las minorías e instituciones serviciales a esos intereses.
Independencia, igualdad, libertad y seguridad.
El artiguismo fue el movimiento popular que intentó construir una nueva nación a partir de las mayores transformaciones de la realidad política y económica de principios del siglo diecinueve.
Hay dos documentos que impactan directamente en el presente, más allá de las distancias y los cambios producidos en el mundo entero.
El primero de ellos son las “Instrucciones a los Representantes del Pueblo Oriental para el desempeño de su encargo
en la Asamblea Constituyente fijada en la Ciudad de Buenos Aires el 13 de Abril de 1813”.
El segundo es el “Reglamento provisorio de la provincia oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados”, del 10 de septiembre de 1815.
Cuatro definiciones claras a partir de la toma del poder: independencia nacional, igualdad, libertad y seguridad.
Cuatro momentos que deben darse en ese orden histórico.
El artículo primero de las Instrucciones sostiene: “Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas Colonias, que ellas estén absueltas de toda obligación de fidelidad a la Corona de España y familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es y debe ser totalmente disuelta”.
En el artículo cuarto señala que una vez lograda la independencia nacional, “como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los Ciudadanos y los Pueblos, cada Provincia formará su gobierno bajo esas bases, a más del Gobierno Supremo de la Nación”.
En el artículo 14, pide que “ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una Provincia a otra; ni que ninguna preferencia se de por cualquiera regulación de Comercio o renta a los Puertos de una Provincia sobre las de otras ni los Barcos destinados de esta Provincia a otra serán obligados a entrar a anclar o pagar Derechos en otra”.
En el artículo 18 habla de la soberanía de los pueblos como barrera contra el despotismo: “El Despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la Soberanía de los Pueblos” y dice una clave que no fue tenida en cuenta en el 19, cuando remarca que “precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires, donde reside el sitio del Gobierno de las Provincias Unidas”.
Repite la idea de “…mantener un Gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria”, en el artículo 20.
Ese documento del 13 de abril de 1813 define un plan de acción que tiene resonancia en el presente: independencia política, igualdad, libertad y seguridad.
En el “Reglamento provisorio de la provincia oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados”, del 10 de septiembre de 1815, en su artículo 6 define el sujeto social de las transformaciones a partir de la toma del poder: “Por ahora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno en sus respectivas jurisdicciones los terrenos disponibles, y los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la provincia”.
La igualdad era consecuencia de las medidas políticas que debía tomar el nuevo gobierno sobre la distribución de las tierras, teniendo como objetivo “que los más infelices serán los más privilegiados”.
Ante la invasión de mercaderías extranjeras, la concentración de riquezas en pocas manos y la extranjerización de la banca que hoy sufren los pueblos del sur, las palabras artiguistas no solamente suenan como contraste sino también como proyecto político económico alternativo: “todos los derechos, impuestos y sisas que se impongan a las introducciones extranjeras serán iguales en todas las provincias unidas, debiendo ser recargadas todas aquellas que perjudiquen nuestras artes o fábricas, a fin de dar fomento a la industria de nuestro territorio”.
El sujeto de la historia, el origen de la legitimidad política y el destinatario de la acción estatal son las mayorías populares pauperizadas: “los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancias, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la provincia”.
Un gobierno que reparte la tierra y recompensa al trabajo. Reforma agraria en ciernes y protección al mercado interno. Distribución de riquezas desde la decisión política del estado naciente.
Dirá sobre los ingleses: “Abriré el comercio con quien más nos convenga...los ingleses deben conocer que ellos son los beneficiados, y por lo mismo jamás deben imponernos”.
Y repetirá sobre el origen y fin de los impuestos: “los señores comerciantes serán obligados a pagar en nuestros puertos los derechos de introducción y extracción establecidos y acostumbrados en las diversas receptorías según los reglamentos generales”.
“Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la provincia, para poseer sus antiguas propiedades”.
Semejante concepto del estado expropiador por razones políticos estaba en la base del Plan de Operaciones de Mariano Moreno y sería el principal argumento de la obra de gobierno de San Martín, ya sea en Cuyo como en Perú.
Volver a Artigas es entender que no hay democracia sin soberanía.
Soberanía económica, ambiental y popular para democratizar la felicidad, el verdadero objetivo de la revolución y la política.
Pero el primer paso es recuperar el federalismo desde lo cercano y no la idea federal que tiene Buenos Aires que concentra y extranjeriza riquezas de las provincias.
Diez balbuceos para empezar (prácticos y concretos).
La prueba del espejo. Tratar de ver si en lo que se refleja en la imagen está la causa del problema de ser felices o si eso que pensamos está más allá de nuestra persona.
Identificar si lo mejor y lo peor de nuestras vidas y de la gente que amamos es una cuestión individual o política que viene de afuera.
Pensar cuáles son nuestras necesidades.
Saber si lo que pensamos responde a nosotros o es consecuencia de lo que llega por las redes, el celular o los medios.
Entender que la historia argentina no empieza con nosotros.
Tomar conciencia de esa evolución.
Militar de lo cercano a lo lejano.
Conocer los actores que se mueven en la cercanía.
Democratizar información sobre el presente y el pasado del lugar donde vivimos.
Juntarnos con otras para saber que no estamos solos y que la falta de atención, la resignación, la tristeza y la angustia que no se ven en el espejo son también el resultado de una política del sistema.
De adentro hacia afuera.
De lo cercano a lo lejano.
Soberanía de la cabeza.
Palabras propias.
Humanismo beligerante.
Federalismo de liberación.
Ensayo publicado en el libro Batalla de Ideas, por el Movimiento Popular la Dignidad. Editado por Matias Reck/Milena Caserola
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